Giovanni Rosso

Desde hace más de 100 años, la familia Rosso es propietaria de los crus: Cerretta, La Serra, Broglio, Meriame, Sorano, Costa bella, Lirano y Damiano. A principios de los años 80, Giovanni Rosso reestructuró la mayor parte de los viñedos con disposiciones de plantación ultramodernas, concebidas para producir únicamente uvas de gran calidad. En 2001, a la edad de 27 años, su hijo Davide, enólogo con una importante experiencia, decidió ocuparse personalmente de la vinificación y el élevage de los vinos con un único objetivo: "El vino debe ser la copia perfecta de su Terroir". El terruño es el "mágico" de Serralunga d'Alba, uno de los mejores del mundo. Giovanni Rosso llevaba años buscando un nuevo terruño en el que jugársela. El proyecto paralelo nació oficialmente en mayo de 2016 con la compra de la finca Etna, en la aldea de Solicchiata di Castiglione di Sicilia. La finca se encuentra unos kilómetros antes de Passopisciaro, a los pies de Montedolce, un pequeño cráter extinguido que da nombre a la Contrada. Se trata de la ladera noreste del volcán, una zona especialmente adecuada para la producción de vinos tintos.

Desde hace más de 100 años, la familia Rosso es propietaria de los crus: Cerretta, La Serra, Broglio, Meriame, Sorano, Costa bella, Lirano y Damiano. A principios de los años 80, Giovanni Rosso reestructuró la mayor parte de los viñedos con disposiciones de plantación ultramodernas, concebidas para producir únicamente uvas de gran calidad. En 2001, a la edad de 27 años, su hijo Davide, enólogo con una importante experiencia, decidió ocuparse personalmente de la vinificación y el élevage de los vinos con un único objetivo: "El vino debe ser la copia perfecta de su Terroir". El terruño es el "mágico" de Serralunga d'Alba, uno de los mejores del mundo. Giovanni Rosso llevaba años buscando un nuevo terruño en el que jugársela. El proyecto paralelo nació oficialmente en mayo de 2016 con la compra de la finca Etna, en la aldea de Solicchiata di Castiglione di Sicilia. La finca se encuentra unos kilómetros antes de Passopisciaro, a los pies de Montedolce, un pequeño cráter extinguido que da nombre a la Contrada. Se trata de la ladera noreste del volcán, una zona especialmente adecuada para la producción de vinos tintos.

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