La Castellada

A lo largo de la carretera que recorre la cresta de las colinas de Oslavia, una pequeña aldea de Gorizia cercana a la frontera eslovena, se extienden los viñedos de la familia Bensa, cultivados por los hermanos Giorgio y Nicolò y los más jóvenes Matteo y Stefano. Fue en 1985 cuando los dos hermanos empezaron a embotellar el vino que producía la empresa familiar, creando la marca La Castellada, que lleva el nombre de una colina de Oslavia. La bodega consta de 10 hectáreas de viñedos, 5 de las cuales están pobladas por plantas muy viejas (45-55 años) y la otra mitad por plantas más jóvenes pero con un rendimiento menor, para conseguir una mayor madurez y concentración de azúcar. El microclima está determinado por las fluctuaciones de temperatura y el aire fresco y ventoso procedente de los Alpes Julianos y el mar Adriático, mientras que el suelo presenta sedimentos submarinos estratificados de marga y arenisca de origen eoceno. La técnica de cultivo admite el uso exclusivo de sulfato de cobre y azufre, y el pasto a lo largo de las hileras, que desempeña el papel de regulador del agua, hace innecesario el riego. La predilección por las técnicas naturales se manifiesta también en la bodega, donde se siguen estrictamente las técnicas enológicas tradicionales. Todas las uvas fermentan en contacto con los hollejos en cubas troncocónicas durante periodos variables y bajo la acción exclusiva de levaduras autóctonas. A continuación, los vinos envejecen en barricas o grandes toneles durante uno o dos años y luego en acero durante otro año antes de ser embotellados sin filtrar. En la botella, el vino reposa al menos un año antes de salir al mercado. Unas condiciones edafoclimáticas ideales, un cultivo riguroso y un trabajo en bodega que se limita a intervenciones mínimas y no invasivas, invirtiendo en el tiempo de maduración, son la base de una producción elegante y refinada que se ha ganado la atención de apasionados admiradores en todo el mundo. La magia inconfundible de las uvas de Oslavia, conservadas en bodega con paciencia y absoluto respeto a la tradición durante varios años, alcanza su máxima expresión en las botellas de La Castellada y desprende emociones únicas e inconfundibles en la copa.