Nino Franco

Antonio Franco era un honrado comerciante de vinos. Su hijo Giovanni, conocido como Nino, empezó a producir vino espumoso. Pero fue la "revolución silenciosa" de Primo Franco, su nieto, la que desencadenó el cambio, abriendo las puertas de los mejores restaurantes del mundo a su Prosecco di Valdobbiadene. A Primo se le atribuye la valentía de haber cruzado el río Piave, dejando atrás un mundo campesino encerrado en sus propias costumbres. La nueva ola de Proseccos de Primo -de autor, íntimos e identitarios- es la suma de sus experiencias, en las que confluyen viajes, encuentros, amistades con chefs de la Nouvelle Cuisine y gastrónomos, estudios de enología y amor por la arquitectura, charlas y copas con los amigos... Hoy, tras un siglo de historia, Nino Franco es el icono del Prosecco di Valdobbiadene. Con absoluto respeto por su territorio natal, ha sabido desterrar, con calidad e imaginación, los prejuicios sobre un vino fácil y estandarizado, prerrogativa de una cultura rústica y pragmática.