San Leonardo

La historia de estos lugares se remonta al menos a mil quinientos años, cuando un grupo de prisioneros trentinos del ducado lombardo, devueltos a su patria gracias a la intercesión de la reina Teodolinda y del obispo Agnello, tras un período de encarcelamiento pasado en Francia a raíz de las incursiones del ejército franco, decidieron rendir homenaje al patrón de los prisioneros, San Leonardo, erigiéndole un templo. Los primeros testimonios de la finca se remontan al año 900 d.C., cuando el obispo de Verona, Nokterio, cedió en usufructo al obispo de Trento unas tierras que poseía en Val Lagarina, bosques, prados y viñedos situados en Sarnis. Tres siglos más tarde, sin embargo, fueron los Frailes Cruciferos (una orden muy extendida en Europa, que permaneció en San Leonardo hasta 1656) quienes incrementaron y modernizaron el cultivo de la vid en su monasterio (el ábside románico con arcos colgantes en el exterior y los restos de frescos en el interior son aún hoy claramente visibles), mientras que el antiguo hospicio, donde se acogía a los indigentes, es hoy un apacible "refugio" para nuestros barriles de vino. Cuenta la leyenda que fue aquí donde la reina Teodolinda se desposó con el rey lombardo Autari, mientras que el 21 de enero de 1549 el príncipe Felipe, hijo del emperador Carlos V, de camino a Ratisbona para la Dieta, fue recibido por el príncipe-obispo de Trento y señor de los cuatro vicariatos, Cristoforo Madruzzo. En épocas más recientes, el vino del maso acabó haciendo las delicias de los invitados a la mesa del cardenal vienés Cristoforo Migazzi, arzobispo de Viena en 1757 y descendiente de la dinastía de los condes Migazzi que se hicieron responsables de la finca. Durante las dos guerras mundiales, San Leonardo albergó primero el cuartel general del XXIX Cuerpo de Ejército italiano. Fue aquí donde Austria formuló su petición de armisticio. Durante la Segunda Guerra Mundial, San Leonardo fue el cuartel general de la Sección de Contraespionaje del Alto Mando alemán en el frente italiano. La familia Guerrieri Gonzaga, que se convirtió en propietaria por línea descendiente femenina de la finca en 1784 y luego por línea directa a principios de este siglo, se enorgullece hoy de estar a cargo de una finca de tradiciones tan antiguas. Un antiguo feudo que, entre leyendas e historia, durante más de un milenio supo respetar, proteger y potenciar la vocación agrícola de este pequeño rincón de la fértil Val Lagarina y su sana costumbre de producir buen vino, con el que en el pasado alegró las mesas de cardenales, emperadores, príncipes y soldados, y hoy a conocedores de todo el mundo, haciendo más agradables encuentros y recuerdos

La historia de estos lugares se remonta al menos a mil quinientos años, cuando un grupo de prisioneros trentinos del ducado lombardo, devueltos a su patria gracias a la intercesión de la reina Teodolinda y del obispo Agnello, tras un período de encarcelamiento pasado en Francia a raíz de las incursiones del ejército franco, decidieron rendir homenaje al patrón de los prisioneros, San Leonardo, erigiéndole un templo. Los primeros testimonios de la finca se remontan al año 900 d.C., cuando el obispo de Verona, Nokterio, cedió en usufructo al obispo de Trento unas tierras que poseía en Val Lagarina, bosques, prados y viñedos situados en Sarnis. Tres siglos más tarde, sin embargo, fueron los Frailes Cruciferos (una orden muy extendida en Europa, que permaneció en San Leonardo hasta 1656) quienes incrementaron y modernizaron el cultivo de la vid en su monasterio (el ábside románico con arcos colgantes en el exterior y los restos de frescos en el interior son aún hoy claramente visibles), mientras que el antiguo hospicio, donde se acogía a los indigentes, es hoy un apacible "refugio" para nuestros barriles de vino. Cuenta la leyenda que fue aquí donde la reina Teodolinda se desposó con el rey lombardo Autari, mientras que el 21 de enero de 1549 el príncipe Felipe, hijo del emperador Carlos V, de camino a Ratisbona para la Dieta, fue recibido por el príncipe-obispo de Trento y señor de los cuatro vicariatos, Cristoforo Madruzzo. En épocas más recientes, el vino del maso acabó haciendo las delicias de los invitados a la mesa del cardenal vienés Cristoforo Migazzi, arzobispo de Viena en 1757 y descendiente de la dinastía de los condes Migazzi que se hicieron responsables de la finca. Durante las dos guerras mundiales, San Leonardo albergó primero el cuartel general del XXIX Cuerpo de Ejército italiano. Fue aquí donde Austria formuló su petición de armisticio. Durante la Segunda Guerra Mundial, San Leonardo fue el cuartel general de la Sección de Contraespionaje del Alto Mando alemán en el frente italiano. La familia Guerrieri Gonzaga, que se convirtió en propietaria por línea descendiente femenina de la finca en 1784 y luego por línea directa a principios de este siglo, se enorgullece hoy de estar a cargo de una finca de tradiciones tan antiguas. Un antiguo feudo que, entre leyendas e historia, durante más de un milenio supo respetar, proteger y potenciar la vocación agrícola de este pequeño rincón de la fértil Val Lagarina y su sana costumbre de producir buen vino, con el que en el pasado alegró las mesas de cardenales, emperadores, príncipes y soldados, y hoy a conocedores de todo el mundo, haciendo más agradables encuentros y recuerdos

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