Serafini e Vidotto

Era 1985: la primera vez que veíamos estas laderas. Había pocos viñedos, pero existía la inspiración que sólo puede dar un lugar hermoso. Las colinas, el bosque, el valle, las riberas; ser agricultor en un lugar así, capaz de suscitar emociones, enseguida nos pareció increíble. Un paisaje que siempre estamos orgullosos de mostrar y que cuidamos y protegemos desde hace más de 36 años. Somos Serafini y Vidotto desde el primer día, desde la cosecha del 86. Siempre con la misma tenacidad e idea del vino: finura, limpieza, identidad y carácter. Palabras que todo el mundo puede decir, pero que sólo unos pocos con pasión y paciencia pueden aplicar. Un futuro trazado desde el principio, asegurado por la presencia de la nueva generación. Empezando por Matteo Serafini, que creció con nosotros entre viñedo y bodega, y se formó como enólogo entre experiencias en el extranjero y en las escuelas de Conegliano y San Michele all'Adige. Se podría decir que siempre hemos sido un grupo, ya que nos llamamos Serafini y Vidotto. Hoy ese grupo ha crecido (en todos los sentidos), con un equilibrio y una armonía naturales. Empezando por Massimo, Kati y luego poco a poco todos los demás, los que se han unido a nuestra familia han encontrado su lugar. El lugar y el clima que se creó hicieron que con los años nadie se fuera. Una señal de que compartimos la misma pasión y tenacidad. Porque es bonito vivir entre esta naturaleza, disfrutar cada día de un paisaje espectacular, pero el verdadero valor de nuestro vino está en el trabajo de las personas. Todos hacemos calidad. Nosotros también nos comprometemos a vivirla. Siempre pensamos que el proyecto tenía que ver con nuestra vida. Ante todo, teníamos que hacer lo que nos gustaba, sin concesiones. Es la misma idea que está hoy en cada vino de Serafini y Vidotto. La ambición de cumplir nuestra idea de calidad. Para nosotros, para el producto, para todos los que pueden disfrutar de nuestra atención continua.