Conti Costanti

Fue en 1983 cuando el jovencísimo Andrea Costanti entró en Colle al Matrichese, heredando no poco peso y responsabilidad en lo que entonces era una de las poquísimas marcas de valor absoluto de Montalcino. En las décadas que han seguido, hemos asistido a la expresión cada vez más segura de una armonía total, como una complementariedad congenial, entre las características del terruño y, por tanto, del Brunello de estos viñedos particulares y la sensibilidad enológica y la idea estética global de Andrea Costanti. Cuanto más se ha orientado éste hacia la elegancia, hacia la expresión de la belleza olfativa, ampliando al máximo la gama aromática de los vinos, tanto más los viñedos de más de 400 metros de altitud y la consiguiente fuerte amplitud térmica le han retribuido enriqueciendo los aromas.

Cuanto más este joven productor se ha orientado hacia vinos longevos y complejos, en consecuencia no inmediatos y no fáciles, sintiendo también un gran respeto por la tradición del Brunello, pero también realizando continuas innovaciones con visión de futuro, de modo que la edad de las cepas, sus biotipos particulares, los componentes absolutos del terreno le han apoyado en la profundidad del contenido, en la longitud y la calidad de la persistencia. Con vinos auténticos por derecho propio, que están más allá de la facilidad y lo efímero de las modas.

Fue en 1983 cuando el jovencísimo Andrea Costanti entró en Colle al Matrichese, heredando no poco peso y responsabilidad en lo que entonces era una de las poquísimas marcas de valor absoluto de Montalcino. En las décadas que han seguido, hemos asistido a la expresión cada vez más segura de una armonía total, como una complementariedad congenial, entre las características del terruño y, por tanto, del Brunello de estos viñedos particulares y la sensibilidad enológica y la idea estética global de Andrea Costanti. Cuanto más se ha orientado éste hacia la elegancia, hacia la expresión de la belleza olfativa, ampliando al máximo la gama aromática de los vinos, tanto más los viñedos de más de 400 metros de altitud y la consiguiente fuerte amplitud térmica le han retribuido enriqueciendo los aromas.

Cuanto más este joven productor se ha orientado hacia vinos longevos y complejos, en consecuencia no inmediatos y no fáciles, sintiendo también un gran respeto por la tradición del Brunello, pero también realizando continuas innovaciones con visión de futuro, de modo que la edad de las cepas, sus biotipos particulares, los componentes absolutos del terreno le han apoyado en la profundidad del contenido, en la longitud y la calidad de la persistencia. Con vinos auténticos por derecho propio, que están más allá de la facilidad y lo efímero de las modas.

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