A finales de los años noventa Rafael y José Guilisasti se dieron cuenta de que el mercado estaba empezando a cambir y que los consumidores de todo el mundo estaban empezando a elegir de manera consciente los productos que consumían, no solo en términos de salud sino también por sus efectos medioambientales y sociales.
Junto con el clarividente viticultor Álvaro Espinoza, empezaron a convertir una bodega chilena de tipo tradicional en una bodega 100% orgánica y biodinámica. El objetivo era crear vinos de suma calidad de acuerdo con las personas y el medioambiente. Al cabo de veinte años lo que empezó como un sueño es hoy en día una cartera completa de productos galardonados en Chile y en todo el mundo, que responden a las necesidades del consumidor actual.
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