La conformación geológica de sus colinas y el microclima de la zona hacen de Montalcino una de las zonas vitivinícolas más antiguas de Italia, con una vocación vitícola perfecta. Ya en 1500, Frà Leandro Alberti informaba de que Montalcino tenía "mucha fama por los buenos vinos que se elaboran en esas agradables colinas". Sin embargo, la fama internacional llegó con el Brunello di Montalcino, que, a finales del siglo XIX, fue creado por Ferruccio Biondi Santi, quien, basándose en la experiencia vitícola de su abuelo materno Clemente Santi, gran estudioso de los problemas de la agricultura sienesa y hábil viticultor, seleccionó un clon particular de Sangiovese (Sangiovese grosso) en su finca "Greppo", cuyas uvas, vinificadas en pureza, dieron lugar a una nueva tipificación de los vinos toscanos de la época.
El "Greppo" se extiende sobre un sistema de colinas a unos 500 metros de altitud, orientado al sudeste de Montalcino, y goza de un microclima y un suelo ideales para la producción de vinos tintos longevos y fragantes. La superficie plantada de vides, destinada en su totalidad al Brunello, abarca actualmente unas 19 hectáreas que producen uvas de gran calidad. El hijo de Ferruccio, Tancredi, también agricultor de talento y enólogo de renombre, tipificó oficialmente el Brunello, creando las bases para la futura reglamentación y lanzó el vino al mercado, logrando en pocas décadas un gran éxito comercial y el reconocimiento de su labor como experto clarividente, a pesar de la escasa producción. Había nacido un auténtico "vino de autor". El Brunello di Montalcino de la finca "Greppo" es uno de los vinos más longevos del mundo. En la actualidad, Franco Biondi Santi, hijo de Tancredi, produce unas setenta mil botellas al año. Exporta su vino a todo el mundo y conserva reservas de su Brunello en su bodega desde 1888. Vino de largo envejecimiento, el Brunello Biondi Santi evoluciona con los años y expresa aromas y sabores extraordinarios, siempre con viveza y persistencia. Burton Anderson ha definido el Brunello Biondi Santi como un "vino de meditación": muy persistente, desprende aromas delicados incluso cuando se ha vaciado la copa. Aromas y sabores muy prolongados de incomparable armonía. Un vino que debe beberse con cuidado en un ambiente adecuado, a la temperatura correcta y preparado para servir de forma apropiada.
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