Masiero

Cuando hablamos de vino, hablamos ante todo de territorio; hablamos del trabajo y el sacrificio de hombres y mujeres que creen de verdad que la agricultura puede salvar la tierra. Cada viticultor tiene un vínculo especial con su territorio, quizá difícil de contar con palabras, pero sencillo de captar en los auténticos aromas y sabores del vino.

A principios de los años 2000, el encuentro con viticultores apasionados y el profundo vínculo con esta tierra llevaron a Franco a plantar la primera hilera de Merlot; de lo que en principio iba a ser un juego, un pasatiempo, nació Verdugo, un producto que siempre ha mostrado con franqueza y autenticidad las peculiaridades del suelo volcánico del que brota y la pasión con la que toda una familia se dedica a esta labor.

Cuando hablamos de vino, hablamos ante todo de territorio; hablamos del trabajo y el sacrificio de hombres y mujeres que creen de verdad que la agricultura puede salvar la tierra. Cada viticultor tiene un vínculo especial con su territorio, quizá difícil de contar con palabras, pero sencillo de captar en los auténticos aromas y sabores del vino.

A principios de los años 2000, el encuentro con viticultores apasionados y el profundo vínculo con esta tierra llevaron a Franco a plantar la primera hilera de Merlot; de lo que en principio iba a ser un juego, un pasatiempo, nació Verdugo, un producto que siempre ha mostrado con franqueza y autenticidad las peculiaridades del suelo volcánico del que brota y la pasión con la que toda una familia se dedica a esta labor.

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