Ferrucci

La bodega Ferrucci, fundada en 1932, posee unas 15 hectáreas, en medio de las colinas, en una de las zonas enológicamente más felices de Romaña. Predestinada, por tanto, a lo mejor, la tierra de los Ferrucci ha sabido expresar, a lo largo de los años, todo su extraordinario potencial productivo sólo gracias a la atención, el cuidado y la pasión con que la familia se ha dedicado siempre a ella. El proyecto productivo se basa en la elección de vinificar exclusivamente con uvas de producción propia, para favorecer una constante y cuidadosa búsqueda de la calidad. Las viñas se podan de forma que se obtenga una cantidad limitada de frutos; en la floración, los racimos recién formados se aclarean si es necesario; durante la vendimia, sólo lo mejor de la cosecha se convierte en vino. Cada botella, al final, es como un poema que se descubre en el color, se lee en el aroma, se interpreta con el gusto. Los últimos años de vida de la empresa se han caracterizado por grandes inversiones en investigación y experimentación de elecciones clonales y diversos tipos de disposición de las plantaciones, con el objetivo de afinar cada vez más la calidad de la uva, y en origen. La pericia de los hombres, con la ayuda de la alta tecnología en maquinaria y equipos, rige entonces todo el ciclo de producción, desde el campo hasta la bodega. La bodega, creada a partir de un edificio de la época romana, que se dice que fue un establo para el cambio de caballos por encargo de Cayo Graco (gens Caia), conserva todo el encanto y los aromas típicos de estos ambientes a la vez que convive con un moderno equipamiento tecnológico.