Ca del Vent

En la frontera oriental de la denominación más famosa de Lombardía para la producción de burbujas, inmersos en el Parque Natural de las Colinas Campiani de Cellatica a 400 m sobre el nivel del mar, trabajamos artesanalmente 6,5 hectáreas de viñedos. Un enclave de naturaleza y paz, barrido por el viento y las brisas ( de ahí Cà del Vént- la casa del viento ), dispuesto anfiteatralmente y orientado al oeste-suroeste. Frente a nosotros, en el horizonte, la cadena del Monte Rosa y, al suroeste, la cadena de los Apeninos tosco-emilianos. Los suelos exclusivos de la región, arcillo-calcáreos, y un denso sistema de surgencias subterráneas han dado lugar a 11 crus diferentes, todos ellos cuidados a mano y con prácticas agronómicas personalizadas para adaptarse a las características distintivas de cada microzona en cada uva individual. Vendimiamos cada crus por separado y con rendimientos muy bajos (menos de 1 kg uva/planta), vinificando de forma instintiva y no según protocolos: nuestros vinos son hijos de añadas, de la tierra y de una profunda sensibilidad hacia las plantas.

En la frontera oriental de la denominación más famosa de Lombardía para la producción de burbujas, inmersos en el Parque Natural de las Colinas Campiani de Cellatica a 400 m sobre el nivel del mar, trabajamos artesanalmente 6,5 hectáreas de viñedos. Un enclave de naturaleza y paz, barrido por el viento y las brisas ( de ahí Cà del Vént- la casa del viento ), dispuesto anfiteatralmente y orientado al oeste-suroeste. Frente a nosotros, en el horizonte, la cadena del Monte Rosa y, al suroeste, la cadena de los Apeninos tosco-emilianos. Los suelos exclusivos de la región, arcillo-calcáreos, y un denso sistema de surgencias subterráneas han dado lugar a 11 crus diferentes, todos ellos cuidados a mano y con prácticas agronómicas personalizadas para adaptarse a las características distintivas de cada microzona en cada uva individual. Vendimiamos cada crus por separado y con rendimientos muy bajos (menos de 1 kg uva/planta), vinificando de forma instintiva y no según protocolos: nuestros vinos son hijos de añadas, de la tierra y de una profunda sensibilidad hacia las plantas.

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