Albert Mann

Es el fruto de la unión de dos grandes familias viticultoras: la familia Mann, viticultores desde principios del siglo XVII, y la familia Barthelmé, los actuales propietarios, viticultores desde 1654. En el corazón de Alsacia, nuestra finca prospera en Wettolsheim, en un emplazamiento ideal en una región de antigua tradición vitivinícola. Gracias a la unión de dos familias de viticultores alsacianos, los Mann y los Barthelmé, la finca ha perpetuado su historia durante varias décadas. Desde entonces, hombres y mujeres de distintas procedencias han aportado las piedras que han consolidado nuestro patrimonio a lo largo de los años. Desde 1997, la agricultura biodinámica es una opción evidente para nosotros. Este cultivo requiere mucho trabajo y más inversión, lo que confiere al vino una identidad propia y un reflejo puro del terruño. Gracias a estos preparados biodinámicos, favorecemos la vida orgánica del suelo y el desarrollo de las micorrizas presentes en las raíces de la vid. Tantos factores que nos permiten llevar al vino la quintaesencia del terruño. Además, haciendo malabarismos entre el arado y la cubierta vegetal, también conseguimos que las raíces profundicen para recuperar los minerales procedentes de la descomposición de la roca madre.

Es el fruto de la unión de dos grandes familias viticultoras: la familia Mann, viticultores desde principios del siglo XVII, y la familia Barthelmé, los actuales propietarios, viticultores desde 1654. En el corazón de Alsacia, nuestra finca prospera en Wettolsheim, en un emplazamiento ideal en una región de antigua tradición vitivinícola. Gracias a la unión de dos familias de viticultores alsacianos, los Mann y los Barthelmé, la finca ha perpetuado su historia durante varias décadas. Desde entonces, hombres y mujeres de distintas procedencias han aportado las piedras que han consolidado nuestro patrimonio a lo largo de los años. Desde 1997, la agricultura biodinámica es una opción evidente para nosotros. Este cultivo requiere mucho trabajo y más inversión, lo que confiere al vino una identidad propia y un reflejo puro del terruño. Gracias a estos preparados biodinámicos, favorecemos la vida orgánica del suelo y el desarrollo de las micorrizas presentes en las raíces de la vid. Tantos factores que nos permiten llevar al vino la quintaesencia del terruño. Además, haciendo malabarismos entre el arado y la cubierta vegetal, también conseguimos que las raíces profundicen para recuperar los minerales procedentes de la descomposición de la roca madre.

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