Manni Nössing, viticultor idealista y obstinado, creció en el seno de una familia que poseía una granja llamada "Hoandlhof". Situada en una colina que domina magníficamente la ciudad de Brixen, originalmente se sustentaba con la cría de ganado. Ésta es su historia. En 1999 se plantó el viñedo. Aunque las cooperativas vinícolas y las grandes bodegas tenían una larga tradición en el valle del Eisack, Manni Nössing decidió vinificar sus uvas de forma independiente, con el objetivo inmediato de resaltar el origen y el carácter en sus botellas, así como un estilo independiente y una identidad propia. Pronto le apodaron "el rebelde". En 2003, lanzó al mercado su primer Kerner, que inmediatamente ganó el premio Tre Bicchieri de la principal guía de vinos italiana. Desde entonces, el éxito no ha cesado. En una superficie de seis hectáreas, produce ahora Sylvaner, Riesling, Veltliner, Müller Thurgau y un excelente Kerner, que desde hace años le ha valido el apodo de "Sr. Kerner" en Italia y en el extranjero. La sala de degustación del Hoandlhof acoge regularmente a viticultores, expertos y aficionados, que se reúnen allí para hablar de los vinos. Desde este punto de vista, Nössing ya no puede considerarse un rebelde, sino uno de los impulsores del valle del Eisack, basándose en su lema "Así se crea la cultura del vino". Lo que hace falta es un proceso de conocimiento, que sólo puede hacerse realidad gracias a personas previsoras y decididas como Manni Nössing, y que requiere la delineación de una identidad perdida hace mucho tiempo.