Primero fueron Juliette y Robert, que plantaron las primeras viñas en la finca después de la Segunda Guerra Mundial, movidos por un deseo de empresa y creatividad. Luego vino Gilles, que unió sus fuerzas a las de su esposa, Madeleine. Juntos consiguieron grandes logros, construyendo el lagar y la bodega y lanzando la estrategia de marketing. Por último, en 2005, regresó Maxime. Aunque Claire aún no estaba directamente implicada en la propiedad de Blin, ya estaba comprometida con su empresa familiar, en la que estaba creando unas instalaciones de vinificación para desarrollar una gama de añadas distintivas. En 2012, un acontecimiento importante llegó a sus vidas: dos hijas, gemelas, largamente esperadas y deseadas. Y es inevitable que las cosas cambien. Claire explica: "Por mi parte, mi hermano también había decidido unirse a la propiedad, y yo sentía un deseo cada vez mayor de compartir un proyecto común con Maxime. Así que, de forma natural, tras el nacimiento de Clémence y Olivia [un nacimiento que dio lugar a otro nacimiento: el de la cuvée Clé d'Eole], empecé a repartir mi tiempo entre los dos establecimientos. Hasta que decidí volver por completo en 2021". Con el paso de los años, Claire y Maxime han seguido adelante, atreviéndose, experimentando y dejando su huella, tomándose el tiempo necesario para conocer a fondo este "fabuloso terreno de juego". Han nacido nuevas cuvées, favorecidas por nuevos métodos de vinificación y cambios en las prácticas de cultivo de la vid. La conversión a la agricultura biológica prosigue, con el objetivo de obtener la certificación en 2021. Nace la masía, "para compartirla entre nosotros y con los demás". También se plantea la cuestión de la identidad y la gastronomía.
Información sobre Maxime Blin