Emile Grados

Soazick y Florent Grados han abrazado la profesión de viticultor con humildad y perseverancia, volviendo a sus raíces familiares impregnadas de buen sentido agrícola, amor y observación para adaptar sus prácticas vitícolas. Hermano y hermana, a menudo de caracteres opuestos, se complementan armoniosamente en beneficio de sus cuvées Rubélite y Pétalite, firmemente arraigadas en el terruño de Riceys. Nuestro bisabuelo Émile habría estado encantado de contemplar estas remotas zonas de Les Riceys desde sus parcelas de Tronchois y Val du Clos. André, nuestro abuelo, animado por su esposa Christiane, que se ocupaba de la granja, tuvo que dejar su trabajo de leñador, que tanto le gustaba, para dedicarse a los viñedos. Nuestros abuelos plantaron casi todo, soportando años difíciles salpicados de heladas y sequías. Nuestro padre nos los transmitió, un poco antes de lo previsto. Mi hermana y yo no estábamos preparadas para hacernos cargo de la empresa familiar tan rápidamente. Quizá por eso al principio teníamos una mirada más fresca, sin ideas preconcebidas, sin más hábitos que la observación: la naturaleza parecía decirnos lo que teníamos que hacer... Así que empezamos a gestionar el viñedo de forma diferente, y en 2019 llegó la primera cosecha ecológica.

Soazick y Florent Grados han abrazado la profesión de viticultor con humildad y perseverancia, volviendo a sus raíces familiares impregnadas de buen sentido agrícola, amor y observación para adaptar sus prácticas vitícolas. Hermano y hermana, a menudo de caracteres opuestos, se complementan armoniosamente en beneficio de sus cuvées Rubélite y Pétalite, firmemente arraigadas en el terruño de Riceys. Nuestro bisabuelo Émile habría estado encantado de contemplar estas remotas zonas de Les Riceys desde sus parcelas de Tronchois y Val du Clos. André, nuestro abuelo, animado por su esposa Christiane, que se ocupaba de la granja, tuvo que dejar su trabajo de leñador, que tanto le gustaba, para dedicarse a los viñedos. Nuestros abuelos plantaron casi todo, soportando años difíciles salpicados de heladas y sequías. Nuestro padre nos los transmitió, un poco antes de lo previsto. Mi hermana y yo no estábamos preparadas para hacernos cargo de la empresa familiar tan rápidamente. Quizá por eso al principio teníamos una mirada más fresca, sin ideas preconcebidas, sin más hábitos que la observación: la naturaleza parecía decirnos lo que teníamos que hacer... Así que empezamos a gestionar el viñedo de forma diferente, y en 2019 llegó la primera cosecha ecológica.

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