La bodega Benito Ferrara tiene raíces antiguas, que se remontan a los albores del siglo pasado. Hoy cuenta con una extensión de 8 hectáreas. Todos los viñedos se encuentran en el municipio de Tufo, en la aldea de San Paolo, en una zona tradicionalmente dedicada al cultivo de la vid Greco di Tufo, y en el municipio de Montemiletto para la producción de la vid Aglianico. El terreno goza de una posición ideal, entre 450 y 600 metros sobre el nivel del mar, con una exposición orientada al sur, un terreno accidentado y una textura media. La gran experiencia, transmitida de generación en generación, un amor innato por el propio trabajo y una bodega de vanguardia bien equipada hacen posible la producción de vinos de renombre, conocidos y apreciados en los mercados más exigentes de todo el mundo.
La bodega propiamente dicha fue creada en la segunda mitad del siglo pasado por Benito, el padre de Gabriella, pero la producción de vino ya era prerrogativa de la familia Ferrara en la pequeña aldea de San Paolo a principios del siglo XX.
Benito, innovador y emprendedor con visión de futuro, se dio cuenta antes que otros de lo importante que podía ser la creación de su propia bodega y se dedicó en cuerpo y alma, junto con su esposa, la Sra. Michelina, a la fundación y desarrollo de la nueva empresa.
Gabriella tomó las riendas de la empresa y se aseguró, con su propia habilidad y dedicación, de que adquiriera un papel prestigioso entre las bodegas de producción de vinos finos de Campania e Italia. En la actualidad, con la inestimable ayuda de su marido Sergio y de la Sra. Michelina, Gabriella dirige una empresa que exporta a todo el mundo y que cuenta con un floreciente e importante mercado en Estados Unidos.