La familia Leflaive siempre ha tenido unas cuantas hectáreas de viñedo en Borgoña, además de su granja. Inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, el abuelo de Olivier, Joseph Leflaive, se enfrentó a la quiebra de su acería de Saint-Etienne. Sus inversiones en Borgoña eran todo lo que le quedaba y decidió ampliar su finca vinícola. Se convirtió en una explotación familiar de unas 35 hectáreas. En 1953, su hijo Joseph Régis decide tomar las riendas de la explotación, que pronto empieza a producir vinos de primera calidad en la década de 1970. Fue un paso importante para los viticultores de este pueblo situado a dos metros por encima del nivel freático y que, por tanto, carecía de bodegas subterráneas.