La destilería Craigellachie, propiedad de John Dewar & Sons, es una mezcla perfecta de modernidad y tradición. Testimonio de esta forma de operar es la elección de conservar los tradicionales tubos sinfín: los vapores que salen de los alambiques se conducen a un serpentín sumergido en agua fría, de modo que se enfrían al pasar por él. Este proceso permite que el destilado conserve una nota sulfurosa resultante de las materias primas utilizadas y de la práctica de la destilación.
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