La historia de nuestro padre, Jean-Claude Boisset, es única en Borgoña y constituye la base del espíritu mismo de la bodega. Su extraordinaria historia comenzó a principios de los años sesenta, en una Francia optimista y confiada. Hijo de maestros de escuela, fundó su joven bodega -junto a Gevrey-Chambertin- a una edad temprana. Tenía tres bazas a su favor: optimismo, tenacidad y suerte. Estas bazas no tardaron en impulsar sus ventas en el mercado internacional; primero en Gran Bretaña, seguida gradualmente por Europa y luego por Estados Unidos. Durante todo este tiempo, contó con el cariñoso apoyo de nuestra madre. Las relaciones con los clientes se forjaron y crecieron gracias a la amistad y al vínculo común del vino. Nuestros padres han estado presentes en todas las etapas importantes de nuestras vidas, y hoy siguen siendo fieles a la complicidad y determinación juveniles que han durado toda la vida Para cada uno de nosotros, es una aventura que hay que vivir al máximo. Y el espíritu de familia sigue estando en el centro de todo lo que hacemos. Una generación sucede a otra, pero la energía esencial sigue siendo la misma. Jean-Claude Boisset abrió sus puertas en Nuits-Saint-Georges, en el antiguo convento de las Ursulinas. Aquí, en este sólido edificio construido en piedra borgoñona, las monjas ursulinas obligadas a huir de la revolución dejaron algo de su espíritu. En su gran jardín cerrado, entre las hileras de manzanos, los tejos de poda y los bojes y otros árboles frutales, aún casi se pueden oír sus murmullos en el silencio. En las laberínticas bodegas y las dependencias de la Madre Superiora -con su atenta vista de la Côte y su proximidad a los Premiers Crus-, la sensación de paz y serenidad es palpable. Este lugar, impregnado de oración, calma y, como ocurre a menudo aquí, de un intangible sentido del misterio, se ha convertido en nuestro "hogar". Nuestra filosofía puede resumirse en tres palabras: orígenes, pureza, elegancia. Orígenes: la representación del terruño en su forma original. También evoca los orígenes de las denominaciones que forman parte de la historia de Jean-Claude Boisset. Pureza: las formas puras de los vinos "auténticos", los frutos de la tierra. Una pureza de sabor, sin adulterar, sin añadidos enológicos. Elegancia: un estilo moderno, pero anclado en el cambio y la actualidad. Borgoña hasta la médula. Así, bañada por la luz de la renovación, nace nuestra nueva gama: nuestra Colección. Cada una de las denominaciones es fruto de una rigurosa selección y se produce en cantidades limitadas. Así son las cosas en Borgoña. Meticulosamente elaboradas a mano, según una filosofía que consiste en "dejar que la vid haga el trabajo". Una cata revela nuestro objetivo de conseguir vinos auténticos en los que la intervención humana se haya reducido a un mínimo esencial y discreto; los vinos son concentrados, redondos y, por supuesto, expresivos de su terruño. Cuando la gente calla, la tierra habla.
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