La historia de Il Marroneto comenzó en 1974, en dos pequeñas habitaciones de un edificio histórico que data de 1246. Un antiguo secadero de marroni (castañas), donde la familia Mori comenzó, en parte por diversión y en parte por pasión, a elaborar su Brunello. Unas cuantas botellas, cuyo objetivo era traducir en fragancias y sabores esa cultura de "hacer vino", que aún no era prerrogativa de las empresas, sino sólo la expresión de una tierra, de una tradición y de una naturaleza magníficamente generosa. Aquí, "jugar con el vino" se convirtió en algo más que un juego: una pasión profunda, un hilo conductor para las elecciones de Alessandro. En los años noventa, decidió ampliar la bodega de Il Marroneto, haciendo realidad una idea que huye de la lógica dictada por la estética tout-court, pero que está firmemente ligada a esos principios, en realidad muy sencillos e inmediatos, que impone la "buena práctica" de la elaboración del vino.
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