Mis viñedos están situados en las laderas del Etna, entre 600 y 1.200 metros sobre el nivel del mar, en las vertientes norte y noroeste. Es un lugar misterioso y especial, un ecosistema único caracterizado por una extraordinaria variabilidad climática y un paisaje rico en contrastes y vida. Precisamente viviendo en simbiosis con el volcán y adaptándose a la fuerza e imprevisibilidad de sus elementos, aquí, desde hace más de 2000 años, se cultiva la vid en pequeñas parcelas arrancadas a la montaña. Un trabajo lento y ancestral, hecho a mano con esfuerzo, pasión y respeto.
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