Ha pasado mucho tiempo desde aquel lejano 1922, cuando la familia compró la casa de Ipplis junto con las tierras circundantes, poniendo en marcha la explotación de producción mixta. A la gestión inicial del abuelo Antonio siguió, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, la de su hijo Marino hasta que, a finales de los años 70, toda la familia decidió dedicarse exclusivamente a la producción de vino. En la actualidad, la bodega, que cuenta con 47 hectáreas de viñedos, está en las firmes manos de los dos nietos, Luciano y Dario, que velan tenazmente por la continuidad de la tradición familiar. Todavía hoy, siguiendo el camino trazado por Marino, nos esforzamos apasionadamente por dirigir la bodega según los criterios que él indicó, concentrando nuestro entusiasmo en la búsqueda de un maridaje entre tradición y modernidad. Se trata de un compromiso a largo plazo destinado a encapsular en cada botella un vino auténtico y representativo de los valores típicos del territorio. El cuidado de nuestros clientes, la cuidadosa selección de las materias primas con respeto al medio ambiente y la atención al detalle son los principales rasgos que nos acompañan en esta ambiciosa misión.
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