El Domaine de Lagravière siempre ha sido reconocido por la calidad de su terruño. Fue adquirido a finales del siglo XVIII por el conde Hippolyte de Maurès de Malartic, que procedía de una antigua familia noble de Armagnac. Honorable servidor de los reyes de Francia, el conde de Malartic luchó como almirante contra los ingleses en los mares de todo el mundo, distinguiéndose especialmente en 1756 en la batalla de Quebec. La propiedad fue adquirida en 1850 por Madame Arnaud Ricard, que añadió el nombre de Malartic al de Lagravière como homenaje a los anteriores propietarios. La propiedad, rebautizada Malartic-Lagravière, permaneció en manos de esta familia durante 140 años, transmitida y gestionada por mujeres. Se reorganizó la propiedad y se añadieron algunas pequeñas parcelas, dándole la forma que tendría hasta los años 50. En 1947, Jacques Marly se hizo cargo de la gestión de Malartic-Lagravière tras casarse con la bisnieta de Madame Ricard. Dirigió la propiedad hasta 1990, estando muy implicado en la vida vitícola local, especialmente durante la clasificación de Graves en 1953. En 1990, la propiedad fue adquirida por Champagne Laurent-Perrier. Las viñas estaban bien cuidadas y se inició un trabajo de gran calidad con la creación del segundo vino, originalmente llamado Le Sillage de Malartic. Desgraciadamente, Laurent-Perrier no tuvo tiempo de llevar a cabo los proyectos de renovación y mejora necesarios para producir vinos dignos de la categoría Cru Classé de Malartic-Lagravière. La pareja afincada en Bruselas Alfred-Alexandre y Michèle Bonnie se enamoró de la finca y la compró en 1997. Inmediatamente iniciaron una restauración completa, con la idea de devolver a la Bella Durmiente su antiguo esplendor. Reformaron por completo la finca, construyendo una nueva bodega y restaurando el castillo. La pareja también adquirió antiguas parcelas de viña, lo que dio al viñedo su tamaño actual. En 1998, la nueva bodega recibió su primera cosecha. El edificio, diseñado por el arquitecto Bernard Mazières, se construyó en la colina de Malartic para permitir el transporte de las uvas por gravedad. La Minerve, el barco del almirante Malartic, se convirtió en el símbolo de la propiedad y aún hoy figura en las etiquetas de los vinos. A finales de 2005, Vignobles Malartic se amplió con la adquisición del vecino Château Gazin-Rocquencourt y de la bodega DiamAndes en Argentina. Dos excelentes viñedos que completan el Grand Cru Classé, formando así 200 hectáreas de viñedo a ambos lados del Atlántico, que la familia Bonnie gestiona activamente con sus respectivos equipos.