En 1180, el bisabuelo de Carlo Balbo recibió el encargo de esta bodega, que hacia 1950 se concentró principalmente en la viticultura. Hoy en día, el trabajo en el viñedo es siempre meticuloso, para exaltar y sacar a relucir el potencial de los grandes crus de que dispone la bodega: Rio Sordo para el Barbaresco y Moscatel de Cannubi para el Barolo. La elegancia y la estructura de los vinos demuestran cuánto trabajo hay detrás de estas etiquetas, y cuán constante es a lo largo del tiempo.