Vinos ceretto licorosos

Cuando la UNESCO declaró los paisajes vinícolas de Langhe-Roero Patrimonio de la Humanidad en 2014, para nosotros fue el reconocimiento de una intuición de más de medio siglo. La bodega Ceretto nació en los años 30: Riccardo Ceretto, que no poseía viñedos, vinificaba comprando uvas a otros. El punto de inflexión coincidió con la entrada en la empresa de sus hijos Bruno y Marcello, que aportaron un pensamiento innovador para la época: la importancia de la tierra. Aunque hoy parezca una obviedad, las Langhe de la época se asemejaban mucho a la miseria de la vida campesina -tan bien descrita por Beppe Fenoglio en su novela "La Malora"- y Riccardo era reacio a invertir en la compra de tierras. Pero Bruno y Marcello tenían en mente los viñedos de Borgoña, donde desde hacía más de un siglo se producía un vino excelente gracias a un modelo que tenía en cuenta las peculiaridades de cada viñedo -y de hecho aún se conoce con el término francés cru-. En los años sesenta, Bruno y Marcello empezaron a cartografiar las tierras de las que procedían los mejores vinos y a comprar viñedos. Ya no volverían a abandonar la tierra: para Marcello, la cosecha de 2020 fue la 60ª vendimia que pasó en el viñedo, entre las hileras que tan bien conoce, recogiendo uvas y discutiendo con los vendimiadores sobre la lluvia, la sequía, las enfermedades de la vid, quedándose en el campo hasta que llegó el momento de volver con las cajas de uvas a la bodega. A sus hijos, Bruno y Marcello les han legado un territorio magistralmente conservado, que hace tiempo que dejó de soñar con Borgoña y se ha convertido él mismo en un modelo en el que se fijan los ojos del mundo. Así es como nos preparamos para el futuro: nuestra familia es un grupo con una visión compartida, que toma decisiones colectivas, guiado por el respeto a la experiencia: damos las herramientas a aquellos que tienen una contribución que hacer -a la empresa, y al territorio- para afirmar su visión. Cada una de las iniciativas en las que participamos tiene nuestra impronta genética y expresa los mismos valores. Todo es cultura: desde la alta cocina de la Piazza Duomo hasta la cocina tradicional piamontesa de Piola, pasando por nuestros proyectos artísticos. La Capilla de Sol Lewitt y David Tremlett, en un viñedo de Barolo Brunate en La Morra, sitúa el arte en un paisaje agrícola, y al mismo tiempo que lo eleva lo celebra: hay un componente educativo, no imposición desde arriba sino contaminación desde abajo. Lo mismo ocurre con el camino hacia la sostenibilidad medioambiental emprendido en el viñedo y la bodega: no pensamos en nosotros mismos en competencia con otros viticultores, sino que estamos orgullosos de demostrar que incluso quienes cultivan muchas hectáreas pueden trabajar de forma respetuosa con el medio ambiente. Nuestro destino es abrir nuevos caminos.
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Tinto licoroso dulce aromatizado
17,00%, 0,50 l
€ 31,36 sin IVA
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