El abuelo Giuseppe llegó a La Morra en 1948, la familia Altare era originaria de Dogliani, aunque antiguos papeles y testamentos, traducidos por un pariente arcipreste, hablan de una estirpe de vago origen judío procedente de Palestina. Giuseppe compró la finca de La Morra, de unas 5 hectáreas, unos viñedos de nebbiolo, barbera y dolcetto y luego un lote de avellanos, melocotones y manzanas, en aquella época los huertos daban más que los viñedos. No eran tiempos fáciles, dada la crisis que se vivía desde hacía años, por lo que Elio y otros amigos decidieron conocer otras bodegas del otro lado de la frontera para intentar captar su éxito. El primer viaje a Borgoña, en enero del 76, fue un trueno. Tras volver convencido de la necesidad de cambiar "primero la cabeza", pero también la forma de cultivar la vid y de producir y vender vino, Elio decidió empezar a experimentar con otras formas alternativas a las tradicionales. Se ayudó de una motosierra, que blandió como una espada con gran determinación: primero en el huerto, talando las plantas, y después en la bodega, reduciendo a leña las viejas y grandes barricas para hacer sitio a las primeras barricas nuevas. Su padre Giovanni no entendió aquellas drásticas decisiones y se refugió en el silencio, aquel hijo rompía con todo su mundo y era indigno de sus viñedos, murió en 1985 desheredándolo. Esta elección obligó a Elio a recomprar el terreno y la bodega a sus hermanos, que entretanto habían decidido no seguir en la empresa. Elio no se rindió y no se ha rendido, decidido a cambiar de rumbo para dar una interpretación diferente al vino, privilegiando la elegancia, la finura y el equilibrio, siguiendo un estricto trabajo en el viñedo, adoptando nuevas técnicas de vinificación y crianza en la bodega destinadas a exaltar la vid y el territorio, y persiguiendo aún hoy obstinadamente su sueño. Nuestro pequeño tamaño sigue permitiendo una gestión sencilla y familiar. Bajo la supervisión constante de Elio, la empresa cuenta actualmente con unas 10 hectáreas y la producción media anual es de unas 70.000 botellas.
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