Buscar y encontrar la excelencia, salir de los moldes temporales de las modas relacionadas con el gusto; recuperar cepas profundamente arraigadas en su terruño y a veces olvidadas; trabajar para alcanzar, siempre y en cualquier caso, el raro placer de la calidad sin concesiones: ésta es la filosofía que subyace al proyecto de Theresa Eccher. Producir vino de calidad no es una actividad industrial al uso: es algo más, algo que toca y en cierto modo se funde con el arte, porque el vino no sólo se cosecha, hay que elaborarlo. El cuidado que se pone en la elaboración del vino es el cuidado que se debe a las cosas que tienen vida propia. El hombre se casa con la naturaleza para generar un pequeño milagro cotidiano: eso es el vino para nosotros.