Cuando se piensa en Francia como gran país productor de vino, la región que viene inmediatamente a la mente es Burdeos. Favorecida por unas condiciones medioambientales y climáticas especiales, produce algunos de los vinos más caros y renombrados del mundo. Los rosados suponen el 80% de la producción y son vinos elegantes y de sabores intensos. También se producen blancos secos y enmohecidos (Sauternes y Barsac, en particular, son las zonas por excelencia de Vin liquoreux) y tintos menos caros pero de igual calidad. Cabernet suavignon, Cabernet franc y Merlot son las principales uvas con las que se elaboran los tintos bordeleses. La combinación se conoce como mezcla bordelesa; a ellas se unen uvas hoy menos utilizadas que antaño, a saber, Malbec y Petit Verdot. La región de Burdeos está situada en la costa oeste de Francia, sobre el océano Atlántico: esta ubicación confiere al clima unas características únicas. El estuario de la Gironda y los ríos Dordoña y Garona contribuyen a caracterizar el entorno. Además, gracias a ellos, el éxito comercial de los vinos de Burdeos fue tan disruptivo incluso en el extranjero, desde el principio. El clima, por tanto, gracias al Océano, a los ríos, pero también a los bosques que aíslan la región, es templado y estable. Los suelos, predominantemente de grava, garantizan un excelente drenaje del agua, lo que influye enormemente en la calidad del vino. La clasificación de los vinos es amplia y algo confusa. se parte de la base de que la calidad del vino está inevitablemente ligada a la seriedad del productor, así como a las zonas. Existen, en esencia, 4 tipos de clasificaciones, vinculadas a zonas: la de 1855 para Médoc, que se basa en la calidad de los productores y los clasifica en una escala de 1 a 5, es la más antigua. En 1953 se clasificaron los vinos del Grave, con una única denominación: Cru Classé, atribuida únicamente a los vinos superiores. En 1954 fue el turno de St-Emillion, cuya clasificación, que se revisa cada 10 años, añade más categorías a la anterior. Sin embargo, zonas famosas, como Pomerol, no tienen clasificaciones, pero sin embargo producen vinos de excelente calidad. Es interesante observar cómo dentro de una misma región se producen tantos vinos diferentes. Merece la pena probar los menos conocidos moscateles blancos, elaborados a partir de uvas Sémillon, con pequeñas partes de Suavignon Blanc y a veces Muscadelle. Vinos muy largos, adquieren una gran riqueza de aromas y sabores durante la maduración.