El vínculo que une a la familia Vollereaux con la tierra y el viñedo es secular. A principios del siglo XIX, en 1805, comienza la historia de los fundadores de Vollereaux Champagne. En Pierry y Moussy, en el corazón de la Champaña, la primera generación de esta familia plantó y cultivó sus viñedos y comenzó así a escribir la historia de este champán. El primer punto de inflexión en esta epopeya familiar se produjo al final de la Gran Guerra. En este periodo, como para muchos viticultores, es necesario arremangarse para eliminar las huellas de la guerra. Y es gracias a este trabajo incesante que la nueva generación, bajo la dirección de Victor Vollereaux, descendiente directo de esta familia de viticultores que vive en el valle del Marne desde hace más de un siglo, devolverá a la tierra todo su potencial. En este contexto de renacimiento y nuevas esperanzas, Victor decide promocionar su propio champán. La primera cosecha está fechada en 1923. Las primeras botellas se catan en el círculo de amigos y familiares. La operación se repite año tras año. Hoy en día, la maison está dirigida por Franck VOLLEREAUX, hijo de Pierre. Franck nació y creció en el negocio familiar. De niño, jugaba entre las bodegas, los vinos y los viñedos de los alrededores. En este ambiente familiar, el amor por el champán se transmitió de forma espontánea. Su abuela, Marguerite, le hizo un delantal de enólogo para su hijo de 4 años. Hoy, el espíritu familiar que siempre ha caracterizado a Champagne Vollereaux se mantiene intacto. En la actualidad, esa colaboración entre los hijos sigue reinando en la organización y dirección de la empresa familiar. Hélène, su hermana, trabaja estrechamente con él, ampliando y cuidando el enoturismo. Jean-Marie, su tío, cultiva las viñas. Juntos se sientan y confirman cada día el éxito de sus antepasados.
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