Así nos lo ha enseñado siempre Marco. Una familia no sólo unida por un nombre, sino que comparte valores y perspectivas. Hemos nacido y crecido aquí, en Montalcino, un territorio, o mejor dicho, el territorio que consideramos: nuestra casa. Por eso todo lo que hacemos, lo que haremos, estará siempre basado en el respeto por lo que tenemos a nuestro alrededor. Un deseo de mejorar, de superarnos entendido no sólo como mera superación de ideas pasadas, anticuadas, sino insertado en el sentido más amplio de evolución técnica, cultural, que nos ha permitido a nosotros y a todo Montalcino ampliar sus perspectivas, aprendiendo donde había que aprender, para convertirse en un territorio de referencia en el panorama enológico mundial. Nos ha impresionado esta mejora y queremos seguir haciéndolo, buscando así convertirnos en testigos, sí, pero también en ejecutores activos de esa innovación que tanto buscamos, teniendo siempre como punto de partida el interés de todos y el bien de la comunidad. La familia Cortonesi ya vivía esta tierra antes de la Segunda Guerra Mundial. Un periodo difícil para la historia de Italia en su conjunto y de Montalcino en particular. Pero fue precisamente la voluntad de invertir en el territorio, de creer en una evolución que entonces parecía imposible, lo que permitió a Marco llegar hasta donde está ahora, y lo que guiará a sus hijos en el futuro. Porque nunca nos rendimos, siempre creímos en la posibilidad de conseguir llevar adelante un ideal de honradez y laboriosidad que sin duda nos ha recompensado. Esto ha sido posible gracias a la continua atención que toda la familia ha prestado siempre al estudio de las técnicas vitícolas y de elaboración del vino, echando siempre una mirada al pasado para recordar de dónde partíamos, marcando como "mandamientos" el respeto por la tradición y por la pureza del Sangiovese, pero consiguiendo desprendernos de otras ideologías que nos parecían anticuadas, para proyectarnos hacia un mundo desconocido con el que tarde o temprano tendríamos que toparnos: el futuro. Por ello decidimos, para nuestros vinos, volver a empezar desde la familia. De ahí la idea de realzar nuestro nombre, llamándonos Cortonesi, para vincularnos aún más, si cabe, al nombre de Montalcino. Un cambio que hemos perseguido con ahínco también para poder diferenciar nuestros productos, nuestros Brunellos, nacidos en un terruño extremadamente diferente, que de otro modo corrían el riesgo de permanecer estáticos debido a una denominación que no habría sido fiel a la realidad del territorio. La Mannella seguirá siendo siempre una parte esencial, la parte principal de nuestros vinos, por lo tanto ya no una "marca" de empresa, sino un sinónimo de territorio, de una franja delimitada de tierra, en las laderas de la colina de Montalcino, cerca de Montosoli, que nos ha hecho crecer y convertirnos en lo que somos.
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