Ardbeg

Ardbeg se encuentra en Islay, la meca de los bebedores de whisky con turba, y fue fundada allá por 1798. Su historia es un tanto turbulenta, ya que pasó por periodos de declive antes de, afortunadamente, volver a ocupar un lugar destacado en el vasto panorama de las destilerías escocesas. De hecho, la producción se interrumpió en 1981, se reanudó en 1989 a escala reducida hasta 1996 y, finalmente, volvió a escala completa a partir de 1998 tras un cambio de propietario. De hecho, actualmente es propiedad del gigante Moet Hennessy. La producción se sitúa en torno al millón de litros anuales, no es mucho, pero se divide en una gama básica muy variada y apreciada casi unánimemente.
Los embotellados oficiales incluyen el básico de 10 años, Airigh Nam Beist, el muy reciente Blasda (que, contrariamente al estilo de la destilería, tiene una ligera turba), Corryvreckan (que empezó como un embotellado de edición limitada y luego se amplió) Supernova (el más turbio de todos los Ardbeg de producción reciente), Rollercoaster, Alligator, el recién nacido Galileo y, por supuesto, el Uigeadail, objeto de esta reseña.