No estoy seguro de cuándo empezó mi historia con el vino, porque siempre he estado rodeado de vino. Lo que sí sé es que mi conexión con las colinas de Moutere Nelson comenzó con la plantación del viñedo de mis padres en Gardner Valley Road, en Upper Moutere, hace más de treinta años, cuando yo tenía quince. Al ver crecer las vides y producir las uvas unos cuatro años más tarde, empecé a sentir algo especial que me condujo a mi aventura y a mi viaje por el mundo del vino. Pasar de los frutos de la tierra a una botella de vino es algo mágico. Una botella de vino es la expresión de tus pensamientos, de tu duro trabajo y de tu lugar único en el mundo, y es la esencia misma del romanticismo. Aunque mi viaje comenzó en Upper Moutere, Nueva Zelanda, en las últimas décadas he viajado por todas partes: a Apulia, Campania, Cerdeña y Toscana en Italia, al Mosela en Alemania, a Provenza y Borgoña en Francia... por toda Australia, y ahora de vuelta a Upper Moutere... por fin. Por el camino he visto, probado y oído muchas cosas, pero los recuerdos que guardo tienen tanto que ver con la gente que he conocido como con los lugares que he visitado. El vino tiene tanto que ver con las personas como con los lugares.
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