Lacourtes, por parte de padre, y Godbillons, por parte de madre, son dos familias que decidieron invertir en viticultura. Al igual que las generaciones que les precedieron, vendieron toda su cosecha a los grandes nombres del champán. ¿Fue una pasión? Quizás... pero más que nada era puro trabajo duro. Como solía decir mi abuela: "¡A menudo estábamos en los viñedos desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la tarde!" Y los niños se unían para ayudar después del colegio. El objetivo final era labrarse una sólida reputación. En 1947, poco después de volver de la guerra, comenzó una nueva aventura: producir y comercializar champán con los nombres de Lacourte-Labasse y Godbillon-Marie. La primera cosecha de mis padres fue en 1968. Poco a poco fueron perfeccionando su negocio y establecieron la marca Lacourte-Godbillon. Al principio no eran más que unos pocos miles de botellas. Lo más importante era que mi padre entendía que el mejor champán sólo se obtiene con un trabajo de alta calidad en el viñedo. Richard y yo dimos el gran paso en 2006, cuando dejamos el trabajo para volver al viñedo familiar. Esta nueva vida vitivinícola ha sido toda una revelación