En la primera mitad del siglo XIX, el bisabuelo Giuseppe Di Natale se trasladó de Siracusa a Pachino y compró varias propiedades, entre ellas la finca Buonivini, una ladera cultivada con vides de Nero d'Avola, olivos y algarrobos sobre la que se alza una granja equipada con una planta de vinificación y un molino de aceite. Las uvas se convierten en vino en los lagares de los Buonivini, y el vino se transporta en carros hasta los almacenes de Marzamemi y aquí se embarca en los veleros de la familia para comerciar con Inglaterra vía Malta y con los mercados italianos vía Génova. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, la finca florece y la masía es ya un punto de referencia fundamental para la zona, que aparece indicada en los mapas como "Case di Natale". Hasta 50 trabajadores de la meseta de Ragusa confluían aquí durante el periodo de vendimia. A finales de siglo, Giuseppe Di Natale instala en Pachino, junto con su socio Antonna, un "scagno", centro donde los corredores, a través de casamenteros, se procuraban el vino que necesitaban los grandes comerciantes del Norte. Fue en esta época cuando se fundó la empresa de comercio de vinos "Di Natale-Antonna", de la que el bisabuelo pronto se convirtió en propietario único. La Rivista commerciale industriale ed agricola della Sicilia de 1903 la incluye entre las actividades comerciales más representativas de la zona. En 1908, Buonivini pasó a manos de su hijo Don Corrado, un hombre de gran aplomo y carisma, como atestiguan las numerosas declaraciones de estima publicadas, también en forma de poemas, por quienes trabajaron con él. En 1936, tras la grave crisis del mercado, los precios de la uva y el vino cayeron en picado y los scagni aprovecharon para hacer acopio de enormes cantidades de producto. Los hambrientos campesinos se sublevan quemando el deber y saqueando todos los scagni excepto el de Don Corrado, el único, de todos los comerciantes, que se negó a asfixiar a los campesinos comprando vino a bajo precio. Durante este periodo se añadieron a la finca otras tierras con gran vocación vinícola. En 1949, en vida de Don Corrado, la finca Buonivini pasó como bien dotal a su hija Maria, quien, junto con su marido, el abogado Angelo Gurrieri, compartía una gran pasión por el campo. La finca experimentó profundas transformaciones: se aumentó la superficie plantada con uva Nero d'Avola, se ampliaron el palmento y la bodega a unos 1.200 hectolitros y se compró la Gisira en la que, tras importantes trabajos de recuperación, se plantaron cítricos y viñedos. En estos años, el aceite y el vino se vendían directamente en la explotación. En torno a la década de 1980, la viticultura de la zona también se vio afectada por la crisis del mercado vitivinícola. Es un periodo de gran ebullición durante el cual los cultivos tradicionales (vino, aceite y algarroba) se sustituyen por cultivos de invernadero. Maria y Angelo Gurrieri, apoyados por su hijo Corrado, ingeniero agrónomo, se comprometen a no traicionar la vocación tradicional de la tierra y, de hecho, aumentan la superficie plantada de vid plantando 5 hectáreas de vides de Moscato bianco para la producción de Moscato di Noto DOC, y adquieren un sistema fotovoltaico para la producción de energía renovable. En 1990, el matrimonio Gurrieri transfiere la propiedad de Buonivini a su hijo Corrado, quien, animado por su esposa Valeria, aplica una estrategia de reestructuración empresarial a medio y largo plazo.
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