La actual Azienda Agricola Stefano Berti se fundó en 1963, cuando mis padres compraron dos fincas en Ravaldino in Monte, en las colinas cercanas a Forlì, de unas 12 hectáreas. En 1968 se plantaron 2 hectáreas de Sangiovese, una de las cuales sigue en producción hoy en día y que seguiría siendo la única hasta 1985. Empecé a dirigir la explotación en 1982 con un título de perito agrícola y sin muchas ideas sobre cómo gestionar la tierra, casi toda ella cultivable. A mediados de los 80, gracias a un plan de desarrollo regional, se hicieron las primeras inversiones que dieron a la explotación una orientación vitícola y frutícola. Se plantaron más viñas de Trebbiano, Chardonnay y Pagadebit, ya que la Cantina Sociale, a la que se entregaba casi toda la uva, apostaba, con poca previsión, por el futuro del vino blanco en Romaña. Mientras tanto, en 1986, me casé con Renata y empezamos a pensar en aumentar la cantidad de Sangiovese, que se vinificaba por nuestra cuenta para venderlo a granel en la bodega. En la primera mitad de los años noventa, se plantó otro viñedo, de nuevo de Trebbiano, y se volvió a aumentar la cantidad de Sangiovese de producción propia. Mientras tanto, la fruticultura entra en crisis y se arrancan melocotoneros y cerezos para plantar otro viñedo, esta vez de Sangiovese, y se injertan las cepas más recientes de Trebbiano, sustituyéndolas por más Sangiovese y un poco de Cabernet Sauvignon. En enero de 1997 nació Clara, y la empresa se orientó decididamente hacia la viticultura, pero todavía no hacia la producción de vino de calidad, aunque se percibía el potencial de las uvas y del vino producido. Los ingresos, sin embargo, empezaron a caer, la crisis de la agricultura ya no era episódica sino estructural, y se comprendió que era necesaria una nueva idea para seguir adelante.
La solución llegó cuando leímos, en una revista no sectorial, la historia de Michele Satta, un viticultor de Castagneto Carducci, que se había trasladado desde Varese a la zona famosa en todo el mundo por la Sassicaia y se había convertido en uno de los mejores productores de la zona. Michele se puso a nuestra disposición y nos hicimos amigos, y vino varias veces a Romaña. También trajo consigo al enólogo Attilio Pagli, y juntos planificamos para la cosecha de 2000 la producción de dos vinos DOC, la selección Calisto de las mejores uvas envejecidas en madera y el vino Ravaldo II. Desde entonces, la producción no ha dejado de aumentar, hasta alcanzar unas 30.000 botellas en 2004. Ciertamente, aún queda mucho trabajo por hacer y dificultades no faltan, pero afortunadamente la naturaleza nunca deja de sorprender, ofreciendo siempre novedades y cambios, de modo que los vinos son diferentes cada año, pero siempre verdaderos, fruto del trabajo y la pasión de nuestra familia.
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