Gianfranco y Graziella Soldera concibieron un proyecto basado en dos profundas convicciones: - la producción de valor requiere un ecosistema complejo que proporcione el hábitat ideal para el cultivo natural - la experiencia del pasado debe confrontarse con la innovación que surge de la investigación.
Es decir, la cultura del pasado, nacida de la intuición y desarrollada a partir de la experiencia agrícola, debe respetarse pero también comprenderse racionalmente y verificarse con las técnicas más modernas de experimentación. De este modo, se puede complacer a la naturaleza y a sus leyes para que expresen todo su potencial, evitando al mismo tiempo la explotación del suelo y de los cultivos.
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