Mis padres, mi hermana y yo nacimos y crecimos en Siena. Mi padre era notario y en 1972 compró Il Colle, que ha sido nuestra casa de vacaciones desde entonces. Ese mismo año se plantaron las tres primeras hectáreas de viñedos, de los que aún hoy me ocupo. En 1977, mi padre descorchó el primer Brunello en compañía de sus amigos. Se las arreglaba perfectamente para compaginar los ritmos urbanos de un notario con sus ratos de ocio: sentado en el tractor en medio de los viñedos y respirando el aire de Montalcino. Un día, en el arado de ese mismo tractor donde pasaba los fines de semana, encontró un objeto de color bronce, que representaba un galgo en forma de "C". C de Carli y de Colle. Como nadie podía asegurarle su procedencia, posiblemente etrusca, se resignó diciendo: "el pasado puede ser incierto, pero el futuro es brillante". Así que ese galgo figura desde entonces en nuestras etiquetas.
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