La producción de vino en el Castillo Perelada se remonta a la Edad Media, como atestiguan diversos documentos y pergaminos de la época conservados en la biblioteca. Cuando Miguel Mateu adquirió este conjunto monumental en 1923, uno de sus principales objetivos fue revitalizar la tradición vitivinícola, una tradición que hoy está más viva que nunca y que ha incorporado la más moderna tecnología para crear vinos que aprovechen al máximo los matices de los suelos y las cepas ampurdanesas.
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