Bruno Lorenzon, tercera generación, se describe a sí mismo como un viticultor con una trayectoria atípica. Conocedor del excepcional terruño de la finca, ha dado a la bodega su toque personal. Para él, "una gran uva es el 90% del trabajo", es necesario producir uvas con la mínima intervención y la máxima comprensión, como se hacía en el siglo XIX. El trabajo en el viñedo debe estar en equilibrio entre la parte subterránea y la aérea: no utilizar herbicidas pero afinar el laboreo y prestar especial atención al deshojado para que todo sea adecuado.
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