Albert Grivault

La empresa tiene su sede en Meursault. Se trata de una denominación de gran tradición y renombre. Goza de un monopolio excepcional sobre el Clos de Perrieres, considerado por muchos la mejor parcela de Meursault. Históricamente, el domaine dio sus primeros pasos en 1875, cuando el joven Albert empezó a trabajar los viñedos que había heredado. Su agudo olfato para los negocios le llevó a comprar la totalidad de la parcela de Perrieres en 1879 (1,7 hectáreas para unas diez mil botellas al año), en un momento en que la filoxera estaba borrando del mapa ampelográfico la mayoría de los viñedos europeos.

De 1909 a 1931, la familia Grivault también fue propietaria de viñedos en el mítico Clos Vougeot (Bardet afirma que aún guarda celosamente botellas de Clos Vougeot 1929 en su bodega), posteriormente revendidos tras la gran crisis de 1929; además, tiene una participación en el monumental 'Clos De Perrieres' en Meursault (1 hectárea para unas 6000 botellas al año), posee una parte, la mayor para un solo propietario, de 'Les Perrières' (1,7 hectáreas, para 10000 botellas al año), 1,7 hectáreas de 'Meursault Village' (con viñas de 1971) y otra hectárea más o menos de 'Bourgogne Blanc', situada justo fuera de la denominación, junto a los viñedos del Village. El total asciende por tanto a algo más de 5 hectáreas, a las que hay que añadir una hectárea de pinot noir en Pommard, en el Premier Cru curiosamente llamado Clos Blanc, situado entre Les Epenots y el municipio. Desde 1974, el domaine está dirigido por Michel Bardet, nieto del fundador. El estilo de vinificación es absolutamente tradicional, con un sentido de la pureza muy seductor, una de las señas de identidad de este glorioso domaine. Bardet, que tiene formación en ingeniería, considera que la temperatura de la bodega es una cuestión clave y ha creado, para ello, un sistema de canalización del agua corriente para estabilizar la temperatura en torno a los 16,5°. Esto se refleja en las técnicas de vinificación: ha reducido el battonage al mínimo y ha conseguido un proceso de fermentación maloláctica natural en las piezas. El uso de las piezas se limita a 3-4 años. Los vinos se embotellan a finales de julio, tras diez meses en madera y uno en acero; el rápido paso por madera es considerado por Michel uno de los secretos de la longevidad de sus vinos, menos opulentos y grasos que la mayoría de los de la denominación, pero más frescos, rectos y dispuestos a desafiar al tiempo.