La tradición japonesa presume de una cultura milenaria en lo que a bebidas espirituosas se refiere. Además del sake, en los últimos años el whisky también ha ido ganando una considerable popularidad en las mesas y pubs japoneses. El whisky japonés se produce principalmente en Yamazaki, un municipio situado en la provincia de Osaka y limítrofe con las tierras de Kioto. Las características geológicas de esta zona la convierten en un lugar muy valioso para el suministro de agua de excelente calidad. En los últimos años, el whisky japonés se ha popularizado gracias a un programa de televisión que destaca su tradición y sabores, de hecho hasta los años 60 no tuvo éxito entre los japoneses. No fue hasta la década de 1970, tras una gran promoción comercial, cuando el whisky se hizo un hueco entre las mesas de Japón. A pesar de ser un whisky joven, en muchos aspectos consigue alcanzar la calidad incluso de los mejores whiskies escoceses, jugando la geografía de Japón un papel clave en ello. Yoichi, un municipio situado en la provincia de Hokkaido, es conocido por su similitud geográfica y climática con Escocia. El whisky típico que se bebe en Japón es el Mizu-wari, al que se añade agua para que su sabor sea más dulce. Muy distinta es la historia del sake, que cuenta con miles de años de tradición desde el quinto milenio antes de Cristo, cuando supuestamente se originó en tierras chinas. El vino de arroz es un producto esencial resultante del proceso de fermentación del arroz, el agua y las esporas koji, un producto que no entra en ninguna categoría alcohólica, sino que se clasifica aparte debido a la naturaleza especial de su producción. Su historia milenaria refleja la tradición japonesa y su particular conformación geológica, el saké no sólo es una de las bebidas espirituosas más famosas del mundo, sino que también resulta ideal con el pescado y la cocina tradicional japonesa, pero sobre todo con los postres locales
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