La renombrada bodega del Cilento de los De Conciliis no traicionó nuestras expectativas y colmó nuestra expectación con el regreso del Aglianico Naima, que permaneció en bodega el año pasado para una prolongación de la crianza. Y su vuelta convence de inmediato, atrapándonos con aromas de raro encanto y una estructura de proporciones tan ejemplares que merece un puesto siempre alto en la batería de degustaciones. Todo el resto de la producción se centra en las variedades más clásicas de la zona, con alguna pizca de Primitivo en nada menos que dos etiquetas. El resultado son vinos de muy agradable bebibilidad y dotados de carácter y finura. Gran parte de la complejidad se basa en la territorialidad y en una sabrosura poco común, especialmente evidente en los blancos, mientras que la elegancia, la estructura y la gracia siguen siendo las piedras angulares de los tintos.
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