Pasión, entusiasmo, capacidad empresarial y experiencia. Cuatro cualidades para cuatro hermanos: Armando, Tiziano, Massimo y Paolo Castagnedi. Una pasión que nació en los viñedos de su padre, cuando aún eran niños, trabajando y viviendo en el campo de San Zeno di Colognola ai Colli, una zona de la extensa región de Valpolicella que produce los vinos más famosos de Verona, desde el Amarone al Valpolicella pasando por el Soave. En aquella época, las uvas de Papa Antonio se destinaban a la Cantina Sociale di Colognola ai Colli, una estructura fundada por el propio Castagnedi. Armando, Tiziano, Massimo y Paolo, los actuales propietarios de la bodega Tenuta Sant'Antonio, se dedicaron con gran entusiasmo a la vida agrícola, trabajando "en el campo" con sacrificio y amor. Unidos desde entonces, pronto aprendieron a experimentar en su propia piel todas las fases y funciones de la empresa de su padre. Su sagacidad empresarial pronto les llevó a emprender un nuevo camino alternativo, que con el tiempo resultó útil para ampliar los cimientos de una empresa que hoy cuenta con un importante reconocimiento nacional e internacional. Precursores de los tiempos, los hermanos Castagnedi trabajaron de hecho durante años como asesores técnicos de los viveros cooperativos de Rauscedo, construyendo nuevas plantas "llave en mano" por toda Italia, adquiriendo una experiencia que les impulsó a dar un paso fundamental. En 1989 decidieron comprar treinta hectáreas de terreno en la zona de Mezzane, que, sumadas a las veinte hectáreas "históricas" de su padre, hicieron que los viñedos de Tenuta Sant'Antonio alcanzaran un total de cincuenta hectáreas. Y aquí llega el punto de inflexión. Los hermanos Castagnedi deciden producir su propio vino, convirtiéndose en viticultores, convencidos de la apuesta por la calidad y la extrema profesionalidad. Todo un reto en aquellos tiempos. El primer obstáculo fue el padre Antonio que, como depositario de la larga tradición agrícola familiar, no estaba de acuerdo con la elección de sus hijos de convertirse en productores. La decisión de plantar nuevas viñas, situándolas junto a las ya existentes, y de construir la nueva bodega en una zona como Monti Garbi (del dialecto, áspero, duro), requería valor y la firme voluntad de optar por la máxima calidad subvirtiendo las reglas de aquellos tiempos, en los que la cantidad era el objetivo empresarial de los viticultores. hoy se da por descontado hablar de calidad, de cuidado de la cepa sarmiento a sarmiento, de selección cuidadosa y manual del racimo, de baja producción por cepa, de atención a la limpieza de la uva desde la vendimia a la bodega y al embotellado, de esperar pacientemente la vinificación en barricas nuevas de madera, de crianza en botella... reglas que propugnamos hace más de quince años, pero en aquella época esta cultura de la vid no existía y la gente nos miraba como si estuviéramos locos. Obviamente, el minucioso trabajo que realizamos requiere tiempo y profesionalidad, con elevados costes de mano de obra: sin embargo, desde el principio nuestra filosofía empresarial ha sido exclusivamente la calidad. no en las palabras, sino en los hechos, y por ello en su nombre sacrificamos los números. Así, si en Francia existe el dicho de que el buen vino se obtiene con la proporción de una cepa por botella, en Tenuta Sant'Antonio damos mucho más: ¡con dos cepas una botella! Reservamos sólo lo mejor para nuestros clientes y este objetivo requiere a veces decisiones difíciles: por ejemplo, nos saltamos la cosecha de Amarone en 2001. Como no podíamos garantizar nuestros estándares de calidad, preferimos cancelar las reservas, avisando a nuestros clientes de esta elección, poco rentable para nosotros desde el punto de vista económico, pero perfectamente adherida a nuestra misión" Una empresa, una historia humana. De una familia de cuatro hermanos una marca que es garantía segura de calidad y prestigio, porque Tenuta San'Antonio cuida con amorosa dedicación y sofisticada tecnología al servicio de la artesanía toda la vida de la uva, desde la semilla hasta la botella, para crear ese pequeño gran milagro alquímico de un vino que es puro néctar para los dioses.
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