La bodega Sandro de Bruno siempre ha buscado el equilibrio entre identidad y terruño. Esta es la filosofía que Sandro, el propietario, persigue con valentía junto con su familia y colaboradores. Todas las etapas de la producción del vino se siguen con escrupulosa atención al detalle y con el apoyo de una técnica enológica de vanguardia, basada en la protección del medio ambiente y la agricultura integrada, la combinación adecuada de orgánico y convencional.
Con estas premisas, la empresa ha perseguido el objetivo de interpretar y potenciar sus viñedos, consiguiendo encapsular en el vino que produce las mejores características derivadas de un suelo volcánico de gran mineralidad, las laderas del Monte Calvarina. El resultado es una gama de vinos blancos y tintos capaces de ofrecer un abanico de aromas, sabores y sensaciones armoniosas y duraderas, transmitiendo calidad, frescura y tradición a los paladares más exigentes. Vinos que, por elección de la empresa, reposan en bodega durante al menos un año antes de salir a la venta, y que sorprenden por su longevidad y capacidad de envejecimiento. Todo un logro conseguido por la empresa Sandro de Bruno gracias a un escrupuloso estudio del terruño y de las vides autóctonas e internacionales, combinado con la paciencia de esperar a que se completen todas las etapas naturales del proceso de vinificación. Cada uno de los productos de la bodega refleja el alma del Monte Calvarina, el lugar donde se cultivan los viñedos, una zona con un microclima exclusivo y, al mismo tiempo, ideal. Las precipitaciones, la amplitud térmica entre el día y la noche, la insolación diaria, la ventilación constante y el excelente drenaje del suelo influyen positivamente en el desarrollo y la maduración de las uvas. Y cada producto individual refleja al mismo tiempo la filosofía de producción de Sandro, basada en el respeto de los dictados de la naturaleza y la métrica del tiempo.
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