En 1705, unos treinta años antes del final del Señorío de los Médicis, y once años antes de la Proclamación Gran Ducal de 1716 que delimitó la zona de producción del Chianti, la familia florentina Melini, ricos empresarios del Valle del Sieve, decidió dedicarse a la producción de vino. La producción de Vermiglio, un vino tinto de mesa clásico de la Toscana, comenzó entonces en Melini. Los vinos se vendían en barricas, con considerables problemas de conservación y transporte, que los enólogos de la empresa se esforzaron por resolver siguiendo los consejos de los mayores expertos de la época, entre ellos Cosimo Villifranchi: "para la exportación se necesitan vinos pulposos y vigorosos, verdaderamente ingenuos, sin gobierno alguno... y bodegas excavadas en las rocas donde el vino se conserve exquisitamente durante muchos años".
1830: desde el principio, Melini se sitúa a la vanguardia en el seguimiento de los avances técnicos: ya hacia 1830, por sugerencia de Novellucci de Prato, se calienta el vino durante unos minutos a 50°C; es la pasteurización, un procedimiento de estabilización innovador en la época, del que hablará Luis Pasteur en sus "Etudes sur les vins" de 1866.
1860: el punto de inflexión decisivo se produjo en 1860 (el año anterior a la proclamación de la Unificación de Italia), cuando Adolfo Laborel Melini adoptó el "fiasco strapeso" inventado por el maestro vidriero Paolo Carrai; en el recipiente de vidrio templado, resistente a la presión del corcho aplicado a máquina, el Chianti pudo llegar más fácilmente al mercado italiano y extranjero.
En 1877, la Cámara de Comercio y Artes de Florencia concedió a Melini un diploma con medalla de oro "por haber establecido el comercio más extenso y seguro del vino toscano en el extranjero". Cabe destacar que Melini ha madurado esta supremacía con el paso del tiempo: aún hoy, es una de las marcas más extendidas en todos los países. En el siglo XX, tras la muerte del experto en vinos Luigi Melini, que había participado como voluntario en la Gran Guerra, la empresa vinícola Pontassieve fue adquirida por Buitoni, de Perugia, que la vendió a Martini & Rossi, de Turín. La propiedad pasó entonces al Gruppo Italiano Vini, y la sede de la histórica empresa se trasladó a la clásica zona del Chianti, en Gaggiano di Poggibonsi, en la provincia de Siena