En 1987, como joven viticultor y bodeguero, mi primera preocupación fue observar y aprender. Quería comprender mejor los fenómenos físicos, químicos y biológicos que influyen tanto en la vid como en el vino. Conocí la viticultura biodinámica en 1989 y enseguida me di cuenta de que este método no era ilusorio y que correspondía a una realidad. Permite, mediante acciones precisas, en momentos elegidos y de forma natural, reforzar los vínculos entre la planta, la tierra y los astros. Se expresa en el suelo con la multiplicación de la vida, por tanto de los microorganismos, y no con la muerte de la fauna y la flora que rodean a la planta. Esta filosofía es la base de mi trabajo. Es lo que me guía cada día para producir un champán natural, de calidad y respetuoso con su entorno (Erick Schreiber).
Información sobre Erick Schreiber