Ser enólogo no es un trabajo, es una vida: una toma de conciencia, una sed inagotable de proyectos, de descubrimientos, de preguntas, de asombro, una cautividad, una amistad para los curiosos, un compromiso para transmitir el conocimiento, para transmitir la cultura a las generaciones futuras. Hicimos esta elección en familia, como una segunda vida que compartimos. Christine nunca había olvidado los viñedos de su infancia, los de su abuelo Georges, luego los de su padre André, ¡Padrì! En la familia Dornier estábamos familiarizados con el vino, pero como enólogos y bodegueros. En 2002, la transmisión de la familia y la herencia de las parcelas lo pusieron todo patas arriba. Tijeras y skips en mano, en estas colinas esquistosas, bajo la benevolencia del castillo cátaro de Quéribus, trajimos las primeras uvas y vinificamos las primeras añadas. Desde 2008, cultivamos nuestras parcelas de Garnacha negra, gris y blanca, Cariñena, Macabeo y Syrah con nuestras propias manos y una oruga, escuchando la vida que anima la tierra y el tiempo que pasa a través de las estaciones.
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