El año 1991 marcó el debut de Beppe Caviola en el mundo del vino. Tras sus estudios, el joven Beppe encontró trabajo en el Centro per l'Enologia al Gallo, a las afueras de Alba. Allí conoce a Maurizio Anselmo, con quien entabla una profunda amistad destinada a cambiar la vida de ambos. Maurizio llega de Rodello, un puñado de casas situadas contra el viento en la ladera de una gran colina llena de hileras de Dolcetto. Como hobby, trabaja un pañuelo de viña cuyos frutos entrega a la cooperativa local. Sobre todo, posee un tractor. Beppe le pide que lo utilice en una pequeña explotación a la que ha echado el ojo en su Montelupo, otra diminuta aldea en la carretera que va al sur de Diano. Ésta es la Langa de los años ochenta: colinas que aún no son famosas, en las que empieza a soplar un nuevo viento y donde poseer un tractor para trabajar un viñedo puede marcar la diferencia. Igual que marca la diferencia conocer a los amos adecuados. Beppe alquila ese viñedo de ensueño, llamado Barturot, y vinifica las uvas en el garaje de la casa de sus padres. Un día, Elio Altare, ya una estrella consagrada en la galaxia del Barolo, prueba ese vino y anima a Beppe a embotellarlo. Salen 860 botellas de Dolcetto. La primera etiqueta firmada Caviola. El año es 1991.
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