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La historia vitivinícola de Nueva Zelanda es relativamente corta, apenas unos doscientos años, pero desde aquella primera cepa plantada en Kerikeri en 1819 esta magnífica tierra ha recorrido un largo camino, tanto que a día de hoy produce dos de los vinos blancos más preciados y apreciados del mundo: el Sauvignon Blanc y el Chardonnay. Esto se produjo con pocas dificultades. Primero la prohibición y luego los problemas surgidos a causa de ciertas enfermedades de la vid frenaron considerablemente la expansión de la viticultura en Nueva Zelanda, hasta los años 70, que permitieron un cultivo consciente y muy fructífero, al principio mediante el uso de cepas de Muller Thurgau.b>Muller Thurgau (los climas alemán y neozelandés son muy similares) y Pinor Nero, que siguieron siendo productos importantes de la zona, para después darse cuenta de que era más sensato centrarse en el Sauvignon Blanc y el Chardonnay. La morfología de Nueva Zelanda es precisamente la que crea las condiciones ambientales ideales para el cultivo de las dos principales variedades viníferas de la zona. La forma alargada de la nación somete a esta tierra a la influencia oceánica, mientras que el clima generalmente fresco proporciona una base ideal para las vides más extendidas y la maduración de sus frutos, a pesar de los daños que suelen causar las frecuentes precipitaciones. El suelo, por su parte, es muy fértil para la producción de vino, de origen volcánico y con un componente predominantemente arcilloso. Tras los primeros intentos de cultivo con vides alemanas y francesas, Nueva Zelanda se especializó en la producción de Sauvignon Blanc y Chardonnay, vinos blancos que hoy son conocidos y especialmente apreciados en todo el mundo por su aroma afrutado, ligeramente ácido y matiz cítrico. La bondad de estos productos, que han contribuido a hacer de Nueva Zelanda una tierra excepcional para la producción de vinos blancos, reside sobre todo en su método de elaboración, es decir, en la vinificación realizada exclusivamente en cubas de acero para potenciar su sabor fresco y aromático.

Información sobre Nueva Zelanda

Región	Nueva Zelanda
País	Nueva Zelanda
Clima y terreno	Nueva Zelanda cuenta con una serie de distritos vinícolas muy diferentes en cuanto a clima, ubicación y suelo. La Isla Norte es la mayor de las dos islas y es donde se encuentran la mayoría de los distritos vinícolas. El clima de Northland es bastante duro, con mucha lluvia, altas temperaturas y humedad, razón por la que los vinos dulces y fortificados han dominado la producción durante mucho tiempo. En Auckland, el clima también es muy húmedo, mientras que en Bay of Plenty y Waikato el clima es muy húmedo y, haciendo un uso limitado de fungicidas, el productor Rongopai consigue elaborar hermosos vinos a partir de uvas botritizadas. El centro de calidad más importante se ha trasladado de la Isla Norte a la Isla Sur y los viticultores de Marlborough son los impulsores de la plantación de nuevos viñedos. El clima fresco de Marlborough hace que las uvas maduren lentamente y por ello adquieran mucho sabor, extracto y acidez, pero la escasa pluviosidad hace necesario el riego de los viñedos.
Historia	Los indígenas de Nueva Zelanda, los maoríes, nunca se habían dedicado a la producción de bebidas alcohólicas y ninguna especie de vitis crecía de forma silvestre en las islas antes de que los inmigrantes europeos se establecieran en ellas. El misionero Samuel Marsden fue, en 1819, el primero en plantar vides en Nueva Zelanda, pero el escocés Hames Busby se convirtió en el primer productor de vino. En 1836, Busby hizo plantar un viñedo en Waitangi y, según el primer "escritor de vinos" de Nueva Zelanda, Dumont d'Urville, estos vinos blancos eran ligeros y crujientes. En 1902, el libanés Assid Abraham Corban se instaló en las laderas del Monte Líbano, en la Isla Sur, donde, por 320 libras esterlinas, compró 4 hectáreas de terreno, una pequeña casa y unas cuantas viñas, lo que supuso el inicio de Corbans Mount Lebanon Vineyards.
Productos típicos	En las últimas décadas, la industria vinícola ha evolucionado mucho y los vinos neozelandeses se han transformado por completo, tanto en calidad como en tipos. Nueva Zelanda se ha hecho un nombre en el mundo con sus Sauvignon Blanc, muy típicos, y los consumidores han descubierto los finos Chardonnay y Pinot Noir que proceden de esta parte del mundo.
Platos típicos	Los neozelandeses son muy aficionados a la carne: la de cordero es de buena calidad y se puede encontrar en todas partes, mientras que la de venado sólo se encuentra en los mejores restaurantes. Nueva Zelanda también es famosa por sus productos lácteos: la leche, el queso y el helado son muy sabrosos. El pescado es excelente en este país. Los mejillones verdes se encuentran en todas partes y son los mejores y más baratos del mundo; las ostras y el mejor marisco proceden de Bluff, en la isla Sur. Especialmente exótica es la toheroa, un crustáceo raro y muy caro, así como la tuatua, que, sin embargo, es más barata. En los ríos y arroyos abundan las anguilas, otro manjar de la cocina neozelandesa, sobre todo ahumadas. En cuanto a la comida rápida, los neozelandeses son muy aficionados a los pasteles de carne. Otros aperitivos populares son los nachos, las patatas cocidas con piel y las hamburguesas del estilo de la gran "hamburguesa kiwi", servida con huevo frito, remolacha y ensalada. También está el afghan, una popular galleta casera de chocolate; el hokey pokey, un delicioso helado con trocitos de azúcar caramelizado; el kumara, que es el boniato polinesio, un alimento básico de la dieta maorí; y, por último, la paua u oreja de mar, un crustáceo duro que se machaca, se trocea y luego se amasa en tortitas. Un plato típico nacional es el hangi, una mezcla de pescado, carne y verduras cocinada al horno.