El Valle de Colchagua en Chile se define tradicionalmente, en lengua mapuche, como el lugar de anidación de la Huala, ave sagrada para la población. El cultivo de la vid fue introducido por misioneros chilenos hacia 1550: Valle de Conchagua se convirtió en un consorcio protegido para la producción de vino de excelencia en los años 90. El valle, encerrado en sus bordes por la cordillera de los Andes, se caracteriza por un clima mediterráneo, con temperaturas medias de 4-12 °C en invierno y 12-28 °C en verano. El Valle de Conchagua se caracteriza por un clima cálido, óptimo para la producción de vinos como el Merlot y el Cabernet Sauvignon. La considerable disponibilidad de agua, obtenida de la nieve que se derrite de las montañas y que es hábilmente canalizada por los viticultores, contribuye a la obtención de uvas de excelente calidad, pues garantiza la óptima dosificación de nutrientes a la planta. El suelo es rico en minerales, que dan a la planta nutrición y fuerza, mientras que las montañas la resguardan del viento excesivo, que podría causarle daños.
El 75% de la producción del Valle de Colchagua es Cabernet Sauvignon, seguido por Chardonnay y blancos, producidos como Sauvignon Blanc. Algunos vinos blancos se producen con uvas Sauvignon Vert o Savignonasse, o a veces con uvas Merlot, que dan un mayor grado de sabor al vino. El valle de Colchagua forma parte de una zona más extensa, conocida como la región de Aconcagua, que obtuvo la aclamación internacional en 2004, con el reconocimiento de la revista Wine Spectator como el mejor vino del mundo por un vino chileno. Esto consagró a la zona como un área de primera importancia para la producción vitivinícola de uvas tintas.